Carta del 12 de Octubre

Probando, probando...y estrenando. Os dejo una carta de principios del siglo XIX




12 Octubre de 18XX
Campiña de Oxfordshire

Mi más querido amigo, sin más demora que la necesaria para escribir estas meras líneas, contesto a tu petición:

Me pediste que compartiera algunas de mis reflexiones contigo, pues mencionas que muchas veces me encuentras con la mirada perdida y el ceño fruncido, y he de lamentar que eso te inquiete, por lo cual, querido amigo, paso a referirte algunas de las cuestiones que pueblan mi mente en esta mañana tan fría y gris, tan típica del clima de nuestra amada tierra.

Pues bien, muchas veces me encuentro perplejo frente al problema del funcionamiento de la mente humana. Esta cuestión en particular, que sin duda han abordado mentes mucho más capaces, y con más éxito que la mía, me ha dejado perplejo y ensimismado varias noches, en las que despierto de mi estado semi comatoso de reflexión cuando hasta las llamas que antes calentaban mis huesos se han retirado a su cámara a descansar.

Que cada persona es un mundo es una frase que, sin duda, no es la primera vez que oyes. Y sin embargo es tan crucial, tan exacta que resulta imprescindible como ancla para no perderse en reflexiones inútiles y en caminos enzarzados del pensamiento. He de reconocer, amigo mío, que guardo tal frase escrita en mi más exquisita caligrafía, con mi vieja y cómoda pluma, sobre una cuartilla de papel común. La guardo pulcramente doblada y a mano en todas ocasiones, por temor a extraviarme sin ella.

Pero, y esta es la pregunta que realmente me mantiene en vela, ¿cual es la razón última de que una mente desarrolle sus razonamientos de forma distinta a otra?

Podríamos achacarlo a las vivencias de cada uno. No se duda de que una experiencia altamente traumática como un atraco violento, o en un caso extremo, la guerra, pueden afectar al razocinio y a la forma de trabajar de éste, en ocasiones, de forma extrema. Me viene a la mente, y probablemente a ti también, querido amigo, del caso de Gastón Lefevre, el hijo de la hermana de mi padre, la que fue desposada por aquel francés. No sé si llegaste a conocer a Gastón en sus buenos tiempos, cuando el muy bravucón perseguía jovencitas con el mismo ahínco que su sabueso sacaba conejos de sus escondites en las ocasiones en las que salíamos a recorrer los campos familiares entregándonos al placer del noble arte de la caza.

Probablemente no sabrás de quién te hablo, pero he de llamar tu atención sobre mi familiar para que comprendas exactamente qué es lo que trato de referirte. Con motivo de la celebración de su aniversario, nada más alcanzar los veinticuatro veranos, mi primo paterno se lanzó a recorrer el continente y redescubrir la tierra de su padre, de naturaleza francesa. No puedo explicarte bien los detalles, bien por decoro o por simple desconocimiento, pues por respeto nunca quise indagar demasiado en aquel, diremos inoportuno o desgraciado, incidente de naturaleza no demasiado amigable.

Lo cierto es que quizás creyeras reconocer a Gastón, antes de que te refiriera su pasado comportamiento, pero luego recularas en tu razonamiento y negaras fantasmalmente con la cabeza. Si este ha sido el caso, te invito a que reflexiones en tu conclusión, ya que habías reconocido bien a mi pariente. Hoy en día, Gastón es esa persona callada que ayuda tímidamente a su progenitora en el jardín, aquel que las jovencitas miran con interés antes de darse cuenta de su falta, por decirlo de alguna manera que salve tu dignidad y la mía si alguna persona ajena pudiera leer este escrito, de sangre en las venas.

Te preguntarás si el súbito cambio de comportamiento de este hombre tiene su raíz en alguna pasada experiencia mientras viajaba por el continente, y he de referirte mi sencilla y afirmativa respuesta, ponderada a lo largo de varias charlas con mi pariente y la hermana de mi padre alrededor de una buena comida y un buen vino, o en el caso de mi señora tía, por medio de un paseo ciertamente bucólico.

Entenderás ahora, querido amigo, cómo pensamientos tan ramificados y a la vez simples y regulares invaden mi mente sin posibilidad alguna de referírtelos en el momento, por lo aleatorio o lo inadecuado de la situación con el tema a tratar. He de reconocer que me ha agradado sobremanera este pequeño ejercicio de poner por escrito lo que antes sólo eran vagos racimos de pensamientos y recuerdos vagando sin orden ni concierto alguno por mi cabeza.

Para acabar esta pequeña e inacabada reflexión pseudo científica, he de conminarte a no sentirte obligado a leerme a pesar de que tú mismo hayas sido el promotor entusiasta de esta carta, puesto que, y siguiendo el tema escogido, la mente de cada uno trabaja a su propio ritmo y manera, y, a pesar de haber compartido tantas vivencias, no tienes porqué estar interesado, a pesar de que en lo más hondo de mi ser, te conozco, y sé que por tu honor probablemente lo acabarás haciendo. Si es éste el caso y, quizá, te hago ponderar sobre este mismo tema u otro muy distinto, te animo fervientemente a contestar a esta carta con tus pensamientos, o quizás, si es más de tu gusto, alrededor de un fuego con una buena botella a mano por si la boca se torna seca.

Tu cercano y sincero amigo,

Jeremiah Ostenfield........................

8 comentarios:

Mallister dijo...

Reacia al principio, pero al final te has lanzado. Y es que tenía yo razón: ayer estabas espesa.

Me ha encantado, de verdad.

Me impresiona todo el vocabulario que tienes. Ya me gustaría a mí tenerlo.

De esta carta, si me dejas, me quedo con "ponderada".

Rivsie dijo...

Son mis mediodías, que me aburren.
Y ayer usé todo mi ingenio, como te dije cuando me llamaste densa.

Me gusta escribir en este estilo, tiene una cadencia muy relajada xD

Ponderar es uno de mis verbos favoritos :P

Anónimo dijo...

Joder. La mitad del vocabulario que has metido le reconozco, pero creo que sólo le utilizaría si te pusieras muy quisquillosa como beta :)

Un poco de barroquismo para mí gusto, pero ya sabes, soy de tendencia juanramoniana y me gusta eso de la "palabra exacta".
Me has recordado a la forma que tiene Orwell de escribir en sus Diarios de guerra, que, como sabes, lo tengo bien reciente, debido a la cantidad de comas que hacía ver al texto bastante espontáneo.

Me gusta. Por cómo enlazas la espontaneidad con un tema que, presuntamente, el personaje ha ido reflexionando desde hace tiempo, y cómo vas pasando de un tema a otro con suavidad.
Lo que ya no me ha gustado tanto ha sido la parte en la que, antes de convidar a su lector a que escriba algo como aquello, le dice que no hace falta que lo lea. Es que me parece un pelín absurdo que esté al final cuando está claro que el tipo en cuestión ya lo ha leído.


En fin, que si lo tuyo es lo de beta, lo de crítica a mí me viene de atrás porque menudo comentario te acabo de poner. ^^

Rivsie dijo...

El barroquismo es a posta, primero por la fecha de la carta, segundo, por AMO esa cadencia de escritura que además me deja lucir mi vocabulario nyahaha

Lo del final ya sé a que te refieres, pero mi Jerry es un caballero, y la caballería, como todos sabemos, es bastante estúpida.

Me hace mucha mucha mucha ilu que me comentes *______*

Dee Sb. dijo...

La putaimagen no se ve y llevo rallada desde el primer día xD

Como es la 3º vez que me borra el comment (y por ende tengo ganas de torturar, descuartizar y, por último, asesinar a alguien) seré breve y concisa; mola pero me pones nerviosa con el "amigo mío"

A Zoe: No puedo escribir T_T

Rivsie dijo...

La putimagen me pone nerviosa a mi tb porque las que me gustan una de dos, o ya no existen o...que no salen -_-U

Voy a ver si la cambio o si la encuentro la subo a photobucket y fuera

Aaaaaaaaaaay AMIGA MÍA....

Mallister dijo...

¡DEE! Tendrás un email en tu correo. Acepta la invitación y podrás escribir.

Dee Sb. dijo...

¡¡No tengo nada!! TT_TT

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