Día soleado





El día había comenzado de una manera ciertamente espléndida en la comarca, sorprendiendo a los habitantes, excepto quizás al General Thornton, a quien su cadera le indicaba los más ínfimos cambios de clima, con un cielo azul celeste libre de nubes, en medio del cual brillaba el astro rey con inusitada fuerza.
Los rayos de luz se derramaban por el valle perezosamente, como una columna de miel vertida directamente desde el cielo, augurando un día quizá tan dulce como el delicioso producto de las abejas.

Para Jeremiah, sin embargo, significaba librarse de una mañana de trajín y papeleo en favor de una refrescante salida a caballo, quizás al pueblo usando como excusa cualquier recado que su hermana le encomendase. O quizás debiera irse de caza, llenarse de barro hasta las cejas para luego sumergirse en un relajante baño de agua caliente que lo preparara, cuanto fuera posible, para el tedioso baile de aquella noche.
Lo orquestaban los Fairfax, una de esas familias que se enorgullece de no ser nuevos ricos, pero a la vez ansían todo su dinero para sí, y Jeremiah no tenía ninguna gana de ir.

Era, como siempre, una maléfica coalición entre Mrs. Ostenfield, su madre, y Evan Howell, quien hacía de llamarse su mejor amigo. Otra cosa a remarcar de los Fairfax es que eran de esas familias con un aparentemente inacabable suministro de féminas en edad casadera, educadas desde la cuna para cazar hombres y fortunas. No que a Jeremiah no le gustase conocer jóvenes, pero encontraba que la peor forma de hacerlo era bailando. Sería cliché decir que era tímido y se le daba mal, además no era el caso.

Ni bailaba bien ni lo hacía mal, pero no extraía ningún placer de hacerlo, y si de los bailes lo único que le mudaba el semblante era la música, ni de ésta podía disfrutar debido a las charlas y a las recurrentes risas falsas y agudas de las damas y sus madres.

Jeremiah consideró la posibilidad de, ciertamente, ir de caza, pero volver demasiado tarde para preparse y llegar a tiempo al baile alegando que tomó mal un desvío, o que perdió la noción del tiempo, y mientras la daba vueltas, más atractiva le parecía. Con este menester en mente, tomó un buen desayuno y se enfundó unas botas adecuadas para montar durante todo el día. Dejó el recado para su madre y hermana por medio del criado de los establos, y sacó él mismo de las riendas a Aristóteles, su orgulloso semental castaño.

Ciertamente, parecía que iba a salirse con la suya, cuando se dió de bruces, no literalmente claro, con su madre, recorriendo a paso ligero el camino de tierra y losas que llevaba hasta los establos. Su progenitora era una mujer menuda y nerviosa, con el pelo moreno plagado de canas, normalmente recogido en un moño que, por más que lo intentara, nunca aguantaba impoluto más de dos minutos. Otra fascinante faceta de su forma de ser eran sus pulmones. De no haberse casado tan joven, Jeremiah estaba segudo de que su madre hubiera acabado en la ópera italiana, al menos en cuanto a capacidad pulmonar se refería.

- ¡JEREMIAH OSTENFIELD!- le llamó desde una distancia que no debería haber sido capaz de llegarle el sonido. Con un suspiro, enfiló el camino que su madre estaba recorriendo, viendo frustradas sus esperanzas de evadirla, pero no su plan por completo.
Entonces fue cuando reconoció el cabello rubio claro de Evan tras su madre, y decidió que ese par le conocían demasiado bien para su gusto. Echando pestes interiormente del aciago día en que su madre decidió aliarse con su amigo, Jeremiah dijo adiós tristemente a intentar librarse del baile.

- Gracias por guiarme hasta su hijo, Mrs. Ostenfield- dijo Evan de una forma que la señora encontraba encantadora y hubiera querido para su propio retoño.
- Pasadlo bien en vuestra excursión al pueblo - les deseó ella - No olvides comprar un ramo de petunias para tu hermana, Jeremiah - y con esas palabras, la mujer se dio la vuelta y reemprendió el camino a su hogar, dejando a los dos amigos solos.

- Aún no sé porqué no he cedido a mis fuertes deseos de estrangularte, Howell- comentó Jeremiah montando su caballo, mientras Evan hacía lo propio con el suyo.
- Las muchachas de la región inundarían el valle con sus lágrimas por mi pérdida, Ostenfield- replicó el rubio burlón, ganandose una risilla resignada del moreno.
- Será eso - comentó, marcando el paso en un trote relajado mientras partían en dirección al pueblo.

11 comentarios:

Mallister dijo...

Me encanta!

Pobre Jeremiah, que no podrá llenarse de barro hasta las trancas, pero seguro que al final acabará pasándoselo bien a la noche. En esos bailes siempre ocurren muchas cosas que dan de que hablar.

Rivsie dijo...

Ya ves ya, penita me da, sobre todo porque si hace bueno de barro como que no se iba a llenar tampoco xD

Rivsie dijo...

Cambiate, imagen! ò_ó

Mallister dijo...

Dios, que susto me has dado, pensaba que erais dos tus xD

Anónimo dijo...

Ah, no, moco, ni se te ocurra dejarme así.

Te lo diré con una sola frase y tendrás que darte por enterada porque va a ser la que mejor sintetice todo: He pasado de la primera a la última línea sin darme cuenta. En un suspiro, vamos.
Aunque -siempre hay un pero, xD- me da la sensación que la velocidad la he cogido a partir de la 2º tercio de la historia, cuando la narración se hacía más ligera y más agil.

Rivsie dijo...

Lo entiendo, el principio seguía pensando en la carta y es deeennnso. Luego me volaban las manos.

Me da la inspi a mediodía, pero es que estoy terriblemente tentada de darle a Jerry una tipica historia de amor victoriano y me parece demasiado cliché ergo, no quiero. Pero a la vez sí. Arrrrgh

Anónimo dijo...

¿Un consejo?
Haz una típica de historia de amor victoriano, con un final abierto y mucha crítica. Y simplemente me tendrás pegada a la pantalla, no sólo por la forma de escribirlo.

Btw, tu Jerry me recuerda a Darcy y este arranca pasiones desenfrenadas en mi, so...

Rivsie dijo...

Pero si Darcy (libro aún no leído, btw) era orgulloso a matar!
Pues si me lo dices tú, en ello voy. Quizás lo que haga sea meter humor del que me pegó Lo y matar el espíritu moñas para luego hacer que reaparezca de improviso.

Mallister dijo...

*Apoya a shiorita*

Go Rivs, go!

¡Queremos más Jeremiah!¡El pueblo ha hablado!

Rivsie dijo...

Lol

Pues tu ya sabes que escribo a mediodía y hoy como con mi padre los dos solitos, así que no creo que poueda. Pero Shio me dio un par de ideas, no te apures nyahaha

Mallister dijo...

*-*
Adoro a la gente que da ideas.

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